GASTRONOMÍA HISTÓRICA DE MÉXICO

Friday, December 16, 2005

Quienes investigan en las ruinas y los restos de esta ciudad prehispánica se han interesado más por tratar de descifrar la religión de los teotihuacanos, una cuestión, en definitiva, ideológica y subjetiva, hasta cierto punto irracional; en vez de tratar de prestarles mayor atención a las cuestiones objetivas y vitales de la gastronomía, una cuestión científica y objetiva, lo mismo que artística y subjetiva. Después de todo, el trato con los supuestos dioses y fuerzas sagradas, igual que para la guerra también servía para conseguir los alimentos de cada día, algo en definitiva más importante para la existencia diaria de la ciudad. Quizá todo esto se debe a que el canon académico e institucional sobre estos temas arqueológicos sigue siendo muy machista y patriarcal, muy estatalista e ideológico, un punto de vista epistemológico donde la gastronomía, con todo y su marcado carácter falogocéntrico, todavía no adquiere la importancia que merece, ya que se le considera muy cerca del espacio femenino y secundario de la existencia.

Pero de todas maneras hay quienes tratan de interpretar el pasado de Teotihuacan desde la huella del procesamiento y consumo de alimentos. Con esa información es como operamos en la producción de este artículo.

No se ha encontrado nada que equivalga a una receta o la confección o siquiera presentación iconográfica de un platillo concreto, tampoco se cuenta con la descripción real de lo que pudo ser exactamente una cocina teotihuacana; casi todo sobre los alimentos y los lugares donde se les cocinaba son meras sospechas, fundadas en marcas de fuego halladas en el piso de algunos sitios considerados como unidad doméstica y la observación de los utensilios que se han desenterrado también en ciertas habitaciones de esas unidades. Así que apenas se está comenzando a detectar cuáles eran los sitios arquitectónicos donde posiblemente se cocinaba, que resultan ser muchos y estar situados en ubicaciones muy diversas dentro de los espacios domésticos y públicos. Como si la cocina no estuviera en un solo lugar, sino que la comida era confeccionada en distintos lugares de la unidad doméstica. Resulta imposible afirmar de modo definitivo que una habitación o un solo lugar de la casa fueran considerados como la cocina. Del mismo modo resulta casi imposible deslindar con claridad lo religioso de lo gastronómico. Igual puede ser que los alimentos fueran un asunto colectivo que un asunto propio de cada unidad familiar, de modo que ambas posibilidades deben haber estado ocurriendo juntas.

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